El país por construir

Una sola cosa se le ha olvidado a quienes andan de campaña por la Constituyente. Y vaya paradoja, esa pequeña cosa es nada menos que el mismo país. Ésta es la radiografía de la República de Colombia hoy 2 de diciembre de 1990.
El único problema que tiene Colombia es desarrollar su economía. La participación democrática, los derechos humanos, la ineficiencia del Congreso, la guerrilla, la narcoguerrilla, la corrupción y lo que usted quiera sólo se resuelven cuando logremos producir y repartir verdadera riqueza. Es de una terquedad infinita no entender eso, y mientras no se entienda estamos condenados al estancamiento y a repetir o inventarnos, una tras otra, todas las gamas de crisis sociales.

Entonces, ¿para usted sobra la Constituyente?

Mire. Puede que no. Puede que a ella lleguen las verdaderas fuerzas del país. Las modernas, las que están buscando el desarrollo económico y se enfrentan a una clase política obsoleta que representa esencialmente los intereses de los terratenientes que hoy en día son sólo un pequeño factor productivo. Puede que lleguen las que buscan generar riqueza y se encuentran con un Estado que restringe todas las actividades, que tasa y entraba la producción en vez de estimularla: en fin, si llegan las fuerzas que se baten hoy en día para crear riqueza en el país, para negociar un marco constitucional para el desarrollo, sirve. Mire, ¿por qué el narcotráfico pudo generar en menos de diez años una crisis que las guerrillas no han logrado crear en cuarenta …ah?

Dígame usted, periodista, que son de los que creen que saben todo sobre el país.

Bueno, por su poder…

Por su poder económico, caballero. Es un fuerza con una base económica que desestabilizó el poder tradicional del país y del que derivaron pretensiones políticas. ¿por qué las mafias norteamericanas no llegaron a amenazar la estabilidad del Estado? Primero por factores culturales, porque aquí todo colombiano cree que puede ser presidente y quiere serlo. Y segundo, porque sus ingresos apenas significaban el 1% del producto interno bruto mientras que el de las mafias colombianas representa entre el 6 y el 8%, es decir, unos 3.000 a 3.500 millones de dólares al año. Sólo Pablo Escobar puede tener un ingreso bruto de US$1.800 millones anuales, cifra cuatro veces más grande que la de las utilidades del mayor grupo industrial y financiero del país, el Santodomingo, que tiene inversiones en el exterior.

Mire, joven, para que pueda comparar, esa cifra es el doble de lo que trae la Federación Nacional de Cafeteros al país cada año… Sólo que la reparte en el gremio, que a la larga puede involucrar a dos millones de compatriotas. El narcotráfico, según estudios del Congreso de Estados Unidos y de economistas nacionales, emplea entre medio millón a setecientas mil personas en todas sus fases. Lo que quiero mostrarle es cómo la capacidad económica altera el destino de una nación. En el caso de la mafia, por sus orígenes sociales en el mundo de la delincuencia, la altera para mal en lo social y, sin embargo, su impacto macroeconómico es positivo.

Hmm… pero se salió del tema que usted mismo puso…

Ah sí, usted me hizo perder el hilo. Vea, para que nos entendamos ¿cuánta es la población en edad de producir en Colombia, dígame, ilustre comunicador?

Por ahí… ¿unos doce millones?

Somos nueve millones y medio. Y de ésos hay un millón en la industria, dos y pico se ocupan de la agricultura, medio millón hacen servicios y el Estado emplea otro millón. En total sólo cinco millones de colombianos están en el sector formal de la economía. Los otros, casi cinco ¿de qué viven? De vender frutas en las calles, embolar, mejor dicho… la mitad del país vive del sector informal. o en el desempleo en que se encuentran casi un millón de colombianos. Somos una economía paupérrima. Con todo eso, el país ahorra internamente unos 8.000 millones de dólares al año, casi lo mismo que Chile, aunque está muy atrás de México con 40.000 millones al año y Brasil con 70.000. Y ¡cómo se nos dio por ser vergonzantes con los empresarios!

…¿Y?…

¿Cómo «y..»?: un país donde uno no puede ser rico, donde es casi un delito ser empresario ¡es un país anormal! Aquí la clase dirigente está perseguida y por eso saca la palta del país, donde la tenga segura y donde no sea un delito ser capitalista y menos aun disfrutarlo.

¿Los empresarios perseguidos? ¿Me puede explicar?

¿Necesita explicación? Joven idealista, ¡trate de fundar una empresa! Supere el papeleo legal primero. Saque las licencias de importación y pague millonarios impuestos para poder traer la maquinaria que se necesita y entonces pague los créditos al “módico” 50% real de interés: usted sabe, aquí no tenemos tecnología propia para producir bienes de capital; hay que importarlos. Los seguros debido a la eficiencia en robo dentro de nuestras aduanas valen el doble que en cualquier otro país. Y para que la maquinaria no se pudra, tiene que pagarle una buena «propina» -otro sobrecosto- a la cadena de funcionarios. Bueno, instale sus equipos y contrate los trabajadores y empleados. Verá lo que es tener que pagar una nómina con todos los recargos oficiales: un 1% adicional para el Sena, otro para el I.S.S, otro para las cajas de compensación… y si se retira el empleado, pague cesantías, pensiones. Y si el empleado no sirve, no puede buscar uno bueno porque salir del malo, del ineficiente, le puede costar más de lo que pierde conservándolo. Bueno… suponga que supera todos los escollos y produce. Muy bien, ¿produjo? ¡ja ja ja! ¡Ahí tiene usted un millón de burócratas esperándolo para ver cómo le quitan el dinero para pagarse los gastos de funcionamiento del Estado! ¡Impuestos, impuestos, impuestos! ¿Y para vender? Vaya… lleve su producto al puerto de exportación. Pague entonces hasta cinco veces lo que vale en cualquier país este servicio y descuente el porcentaje que roban en los asaltos a los camiones en las carreteras y el sobrecosto de bodega esperando el embarque… Puerto colombiano… ¡qué maravilla! Los fletes por kilos son 3 y 4 veces superiores a los internacionales, y los aéreos, unas cinco veces más caros. Las aerolíneas dicen que es por el costo del combustible y por los impuestos (¿ve?) al sector, que ahora con la apertura subieron del 5 al 15% los repuestos y demás.

Encima ¿sabe una cosa? El promedio de edad de nuestros aviones es de 23 años. En América Latina el promedio es de 14 y en el mundo de 11. Ahí va viendo. El sobrecosto

que los empresarios pagan por transporte aéreo valdrá este año por lo menos 2.000 millones de pesos. Es otra industria en la olla, ya que a pesar de tener un movimiento de $250.000 millones al año, sólo dejó $400 millones en utilidades, en 1989, y este año se estima que dejará pérdidas por 9.000 millones. Bonito número para la década del 90 ¿no? pero desastroso para la apertura captadora de Ruddy Hommes, porque ¿cómo vamos a sacar lo que vamos a producir? ¿Por los puertos de Colpuertos?

Bueno, pero si después de todo eso vende y le queda un margen de utilidad, escóndalo para pagar el rescate cuando lo secuestren o para pagar los impuestos que le clava el gobierno por ganar plata… ¡Lindo! Ah, bueno, y si le pagan en dólares, el Estado, como cualquier asaltante caminero que le roba a uno los zapatos nuevos y le deja unos chagualos huecos, le quita las respetables divisas duras y se las cambia, en un acto de prestidigitación, por pesos devaluados… Ahí sí me pregunto yo por qué don Pepe Fernández no se pregunta ¿cómo le parece? ¿cómo le parece?

Tampoco está satisfecho con los medios, por lo que veo…

¿Medios? ¿De qué medios me habla usted? ¡No llegan a ser ni un cuarto…! En serio, no son el cuarto poder que deberían ser. No es que tenga problemas con los medios, sino que aún no son tan independientes como para cumplir su función: ser la verdadera contraloría y procuraduría de la sociedad, los veedores, los supervigilantes civiles del sector privado, sobre toda la sociedad y sobre el Estado. No me discuta, joven. Fíjese, la televisión es de papá Estado y la administra el gobierno de turno a su conveniencia. Deciden quién tiene derecho a ganarse tantos millones al año transmitiendo pedazos de telenovelas o de series importadas, entre los comerciales que tienen que ver los 20 millones de televidentes cautivos en los dos canales.

Por eso ha prosperado tanto el “beta“. No se imagina usted cuántos hay en el país, de contrabando el 90%, por supuesto: 1.200.000, mientras que televisores hay 4 millones ¿Se da cuenta de la desproporción? El Estado pretende todavía tratarnos como minusválidos frente a la televisión, entubándonos el contenido, cuando en las 2.300 supertiendas de vídeo encuentra uno la película que quiere ver sin aguantarse las falsas sonrisas de Pilar Castaño ni la última estirada de arrugas de doña Gloria (Pacheco no se hace cirugía) que cada vez que aparece (y son bastantes) le hace a uno dudar en qué época está, si en los cincuenta, en los sesenta… ¿ve? Por eso, los ciudadanos se matan (en sentido figurado) por acceder a una antena parabólica aunque hasta hoy sólo hay 3.000 en el territorio.

No hay noticieros en vivo, por ejemplo, y éstos se reparten por cuotas políticas. El del hijo de López, el de la hija de Turbay, el de la hijastra de Gómez, el de la esposa de Galán; Samper influye en Noticias Uno y en el Noticiero Nacional, uno ya no sabe si Pastrana es importante porque fue Presidente o porque sale todos los días en el noticiero de sus hijos. Y tampoco entiendo cómo el movimiento político que gana en todas las encuestas de la Constituyente, el EME, es el que menos espacios obtiene en los medios. Tal parece que, mientras menos uno aparece, se vuelve simpático para el público. Voy a aplicar esa técnica a ver si me mejora la imagen… Pero bueno, fíjese además que la radio, lo importante, es propiedad de dos grandes conglomerados industriales lo que le limita su función, porque ¿quién va hablar de Julio Mario o de Carlos Ardila? De los patrones no se habla, es una ley humana. Ni de los amigos de

ellos. Ni de sus intereses. Ni de los asuntos que puedan afectar la relación con el gobierno. Ni con los partidos.

Pero si es un radio ágil tiene una habilidad única para introducirse en las gargantas de la más desprevenida reina o del fatigado campeón para repetirle la pregunta revelación ¿cómo se siente, reinita? Al menos tenemos Mesías. Ellos, los directores de noticias radiales, salvan al país de las calamidades nacionales. Dirigieron el operativo de rescate en Armero (¿se acuerda, joven? Fue poco después del también exitoso según la radio -rescate de rehenes del Palacio de Justicia). Deciden cuándo los buenos se vuelven malos y viceversa; finalmente son 521 emisoras en todo el país y hay por lo menos 15 millones de receptores. En cambio, los diarios impresos, que son sólo 45, tienen más credibilidad que los electrónicos. Y aunque entre todos no llegan a imprimir un millón de ejemplares al día, son más serios; y en gran medida porque no dependen del Estado.

Mire, periodista, para que se informe, la más censurada es la Televisión que depende del Estado; luego, la radio, donde las frecuencias son del Estado; en cambio la prensa es libre, hasta donde quieren sus directores y los dejan las fuerzas oscuras de derecha, centro e izquierda, nacionales e internacionales, los anunciantes, los costos del papel, los presupuestos de la publicidad y los otros secuestradores y asesinos materiales de los periodistas quienes son en últimas las herramientas de la libertad de expresión. Porque fíjese, pitufo, por censurados y autocensurados que sean nuestros medios de todas formas han sido asesinados en los últimos años ¡48 periodistas! ¿Qué tal si hubiera prensa totalmente libre ..? Estarían muertos muchos de los periodistas de esa prensa. En ese sentido, mejor así, a medias tintas, ¿no le parece? Puede que en la medida que preserven su salud los informadores, aumente la calidad de su trabajo y, en consecuencia, la cifra de circulación, que hoy es de un ejemplar por cada 22 personas, bajo, comparado con México donde hay uno por cada diez individuos y no es por ofender.

¿Baja? Le parece baja la lectura de periódicos en Colombia, pero no será revistas. También. En el país apenas circulan 155 revistas entre nacionales y extranjeras ¿Ha ido usted a Buenos Aires o a México? Se gasta unas horas mirando revistas y no puede escoger por la variedad y la calidad. Aquí no tenemos kioscos de revistas sino kioscos de dulces, de chance, de chicles, de cigarrillos al menudeo, con un par de revistas húmedas o arrugadas. En todo el país apenas superamos las cien librerías. La gente que compra revistas lo hace en los supermercados, porque en las plazas ni hablar, ni siquiera “Vea” cubre ese mercado. Unos dicen que no hay puestos callejeros, por el temor de sacar las billetera en la calle. Yo creo que es puro temor a la lectura.

«Selecciones», la más vendida, y «Vanidades» son el plato preferido entre las extranjeras; y de las nacionales no hay de circulación nacional sino «Cromos» y «Semana». Entre las dos no le brindan el resumen de la radio, la prensa y los chismes de sus círculos a más de cien mil lectores. Así es que, como dijo Jesús Martín Barbero – debió ser maestro suyo, joven caballero- las nuevas generaciones están entrando a la modernidad y se están moldeando no de la mano de los libros y los medios impresos sino enchufados a los electrónicos. El hábito de lectura es muy bajo, fíjese que un libro en promedio en Colombia apenas vende entre 2 y 3 mil ejemplares, exceptuando los del maestro Gabo. Y hay que agregar el parroquianismo de los medios, porque el

mundo no existe para ellos y, en consecuencia tampoco existe para los habitantes de Colombia que conocen todo a través de ellos.

Y viajan tan pocos colombianos al exterior y vienen tan pocos turistas que…

¿Pocos? Mire señor, esta entrevista parece un juicio contra el país. Los datos oficiales muestran que entraron 821.000 turistas el año pasado, sin hablar de los 600.000 colombianos en el exterior, que retroalimentan culturalmente al país. De esos 821.000 turistas de que usted habla, el 80% son venezolanos. Eso no es turismo extranjero. Y, por lo menos el 15% restante son ecuatorianos, son nuestros hermanos de las hermanas repúblicas que Simón fundó. Europeos no llegan 2.000 mil al año, y norteamericanos a pesar de las fuertes relaciones comerciales, militares, políticas y narcóticas que nos unen, vienen menos de diez mil. Poco, mi querido investigador. Pero me refiero más a los efectos del aislamiento del mundo. Queremos tecnología nueva pero tenemos una política inmigratoria complicadísima. Al extranjero lo tratan como a un delincuente bajo fianza: tiene que presentarse al DAS periódicamente. Y si viene a sectores sofisticados como los hidrocarburos ¡zas! Se lo llevan los extremonacionalistas del ELN para sobarles las cuentas pérdidas al imperialismo yanqui; que la muerte del Che, que la caída de Allende, que la vejez prematura de Fidel… y después lo obligan a confesar que además de ellos Gorbachov es realmente un agente infiltrado de la CIA. ¡Así, quién emigra! ¡Y queremos atraer la inversión extranjera!

Y mire, usted que tiene rostro joven de rockero rockanrolero; traer un artista extranjero a Colombia es más difícil que sacar cédula, pase, o demostrar que es inocente, cuando lo requisa la autoridad en la calle y no tiene esos documentos. No hay ningún tipo de estímulo para que el sector privado invierta en actividades culturales, ni exenciones de impuestos ni nada por el estilo. Pero si alguno de esos soñadores del futuro trae artistas sobre seguros del éxito, ojo, el 30% de los honorarios del invitado son para papi Estado, impuesto que debe pagarse en dólares. Así es que los artistas de renombre prefieren no venir. ‘Sorry, too much taxes…!’ mandó decir Madonna cuando la llamó personalmente el ex Andrés. De todas formas, en nuestro país se presenta un promedio de cuatro espectáculos extranjeros al mes, aunque las estadísticas las distorsiona un circo mexicano que tiene diez años de fundado en Colombia y que cada dos meses cambia de nombre y le retocan las rayas al tigre desdentado.

Y ya que hablamos de cultura y diversión, fíjese que ahora cuando el cine colombiano empieza a tener éxitos y reconocimiento internacionales con ‘Rodrigo D’, suspendimos todas las producciones. Focine no sólo está paralizado, sino fosilizado. Las dos últimas realizaciones llevan tres años atravesando la maraña burocrática, aunque el sector privado -RTI- se lanzó a producir “Amar y vivir”. En cambio, en teatro la situación es al revés. Mientras menos espectadores y éxitos cosechamos, más grupos aparecen. No tienen fondos, ni apoyo la gran mayoría, pero hay 240 según la Escuela Nacional de Arte Dramático, al tiempo que hay dos festivales internacionales y cinco nacionales. ¿Ve? Hay una necesidad de cultura grande, de hacer cosas, pero algún mecanismo falla… lo mismo pasa con la música.

Mientras Venezuela tiene 60 orquestas sinfónicas, en Colombia tenemos las mismas seis. Pero a nuestros músicos cultos sí los seguimos formando con la tradicional técnica pedagógica de las hermanitas Gutiérrez (las de Chapinero). Es entendible… ¡con lo que vale un fagot! ¿sabe, mi joven comunicador? ¿O una trompeta, o un violín? Ni siquiera

se consiguen partituras, de allí que los desconciertos clásicos se vean deslucidos por la exhibición de sendas partituras fotocopiadas en vez de las elegantes, quebradizas y amarillentas que manda el protocolo y que no hacen juego con los buzos flojos y las mochilas ya raídas de los del Moir, sino con el estado de los teatros oficiales. Por eso mismo, los 50 coros que funcionan prefieren presentarse en las Iglesias: son más seguras, aunque no se pueda cobrar a la entrada (pues eso sólo lo pueden hacer los sacerdotes de las parroquias, en misa, con el 20% de los católicos que practican). Y todos cantan gratis. ¿Ve? Le repito que el país tiene ganas de ser grande, porque si uno se mete a un coro a cantar gratis, sin tener teatros ni ningún tipo de apoyo, es que tiene algo que decir…

O que no tiene nada que hacer…

Eso dicen más bien de los casi dos millones de colombianos que ahora practican religiones evangélicas, las que hacen ruido, baten palmas y cantan a gritos, como si Dios fuera sordo. Una cifra muy alta para Colombia, con una fuerte tradición católica consagrada aún al sangrante Corazón de Jesús, y dos visitas papales. En realidad es normal que en épocas de violencia la gente acuda más a las religiones que en época de paz. Es que Colombia, que con tanto empeño busca cualquier título mundial, ahora tiene uno de los récords más tristes a los que se pueda aspirar, el de muertes violentas; medalla de plata en categoría homicidio. Más de 17.000 en 1989, y de ellos la mitad políticos. Y si se suman las muertes en accidentes de tránsito agregue unos 8.000 y unos 1.000 suicidios. ¿Ve, joven, por qué el auge del fervor religioso en nuevas formas? Hasta los sicarios son creyentes. Usan escapularios en los brazos, porque -aseguran- así la Virgen les da firmeza y afinan la puntería.

¡Qué impunidad!

Comentario impropio para un periodista en entrevista; guarde sus distancias, caballero. El estado de la justicia es bien diferente al de la impunidad y al de la represión. Usted sabe, con cinco mil hombres alzados en armas contra la pobre autoridad de nuestro Estado, los mecanismos de represión tienen que fallar. El país tiene que dedicarle el 4% de su presupuesto a mantener las Fuerzas Armadas, que suman 125.000 personas, el 99% de ellas reclutadas contra su voluntad. ¿Usted prestó ya su servicio o es de los que compró la libreta? Se sonroja, ajá. Pues está mal que no defienda la patria, pero está bien que no hubiera perdido un año de su vida en el que no va a aprender nada. Ése es un debate que tenemos aplazado y que los Constituyentes deberían abordar.

Porque en los ejércitos modernos se cuenta con soldados profesionales que se entrenan y se les paga para que aprendan y ejerzan a cabalidad el oficio de las armas No se fuerza a los jóvenes con otras aspiraciones e inclinaciones a prestar una función para la que no están preparados psicológicamente. Sobre todo, cuando existe el afán de entrar al circuito económico. En fin, habrá tiempo, porque ahora los muchachos de la Fuerza Armada tienen que hacer acto de presencia donde les parezca conveniente a los Generales para decirle a la guerrilla ‘aquí estamos, comandantes’ por unos días.

Como la guerrilla colombiana es más experta en el ‘run’ que en el ‘hit’, desaparece, y los muchachos se aburren, desesperan y enloquecen hasta el suicidio. Entonces, llega la orden de volver a los cuarteles, con tan mala suerte que pisan las minas que han sembrado los guerrilleros fugitivos en las vías de comunicación.

Y viene la tragedia nacional. Mueren bachilleres. Y llegan los helicópteros de segunda de Viet Nam, a llevar de vuelta a casa a los caídos. ¿Qué hacemos, ilustre periodista, para que este país se siente a producir riqueza y deje de luchar por controlar el Estado, cuando ya todo el mundo quiere deshacerse del Estado? ¿Cómo? ¿Qué le pasa, joven? ¿Por qué sale corriendo…? Ah, se me olvidó decirle… hoy es domingo y el celador descansa. ¿Le robaron el carro?

Nota: Los datos incluidos provienen de las siguientes fuentes: ministerios y entidades descentralizadas, analistas nacionales e internacionales, documentos públicos e investigaciones académicas, Dane, Planeación Nacional, Anuarios estadísticos de la Cepal y centros e institutos de investigación.

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